martes, 9 de agosto de 2011

Nuestra cuarta cima (por Jorge)


Pues si señores aunque parezca mentira y con mas dolores que un aprendiz de faquir, hemos conquistado el Mulhacén.

Todo comenzó una mañana del 6 de Agosto en la que un grupo de locos, al que se unió Carlos (estado mental aún por determinar),, nos pusimos camino de Trevélez (Granada) con unas mochilotas tamaño XXL. Nuestro piloto, Jesús, nos llevó hasta el punto de partida no sin antes hacer un adelantamiento en el que si no termina de dar el volantazo nos quedamos con la matrícula del coche de delante y ya puestos también con el contenido de todo su maletero.

Ya en Trevélez nos pusimos las “chanclas” todos los que no veníamos equipados con las mismas desde Sevilla y comenzamos el ascenso. A los pocos minutos de andar el pueblo ya se veía en lo más hondo del valle, dado que a cada paso subíamos más que avanzábamos y eso que no ha sido de las pendientes más duras con la que nos hemos enfrentado. El camino continuó durante un largo rato en ascenso (tónica habitual durante todo el primer día), a lo largo de la sierra dando siempre al mismo lado del valle. En general esta parte me gustó aunque para Jesús las vistas se hicieron un poco monótonas y no veía el momento de superar las primeras cumbres y cambiar de valle. 

Cerca de las 15, paramos a comer (menos mal que previamente hicimos también una parada técnica por el camino para tomar los primeros filetitos y cuñas de tortilla, si no aquí no llego) cerca de una casa de un pastor que como dios manda, vino a saludar al grupo de locos. Extraño que ante el ofrecimiento de cerveza ninguno de los presentes saliese corriendo a la casa de este por una, dos o… las que hiciesen falta. Terminado el tentempié, continuamos ascendiendo hacia nuestro objetivo que no era otro que las siete lagunas (2900m), sitio en donde pasaríamos la noche.

El ascenso hasta esos 2900 metros fue duro, menos mal que íbamos con “chanclas” y que no faltó el orgullo puma, así con mayor o menor dificultad todos los miembros llegamos al lugar de acampada. Tras instalar las tiendas, tomar otro tentempié, que en mi caso consistía siempre en lo mismo, filetes de pollo empanados y tortilla de patatas, y hacer un poco el gamba nos fuimos a las tiendas a dormir o intentarlo al menos.

La noche transcurrió sin muchos incidentes, solo hacer mención al ciclón o tornado que de vez en cuando se formaba creo que dentro de nuestra tienda y no por los gases expulsados por los integrantes, aunque si hay que hablar de gases hay que decir que nuestro maestro al despertar, nos dio a conocer su “peo mañanero” aquel en el que personas no preparadas pueden hacerse mucho mucho daño.

El día comenzó con un ascenso de forma bestial, teníamos que cubrir un desnivel de 500 y pico metros en apenas 3 km, para mi esto fue mortal, me pilló con mal cuerpo y me costó subir lo suyo. A medida que subíamos las vistas iban mejorando, y ya desde la cima los paisajes eran impresionantes. Tras un descanso allí, en el que Jesús me dio 2 o 3 palmeritas con azúcar (único que comí que no fueron filetes o tortilla), nos volvimos a poner las mochilas, que iban más apretadas que el cinturón de Falete. 

A partir de aquí todo el camino fue de descenso. Nada más pensarlo me canso así que la crónica va a terminar aquí. Resumiendo ha sido un fin de semana muy bueno con compañía inmejorable y vistas “del lomo”… mmmmmmmmm que hambre me voy a desayunar. ;)

1 comentario:

José Antonio Cuberos dijo...

Jorge te ha costado mucho tiempo escribir una crónica por iniciativa propia, pero tengo que reconocer que ha sido de las mejores que he leído últimamente.

No solo has demostrado que sabes comer filetes con tortilla de papas, sino que también has demostrado que el Orgullo Puma te inspira en las crónicas.

Te ha faltado un pequeño guiño al Muflón Sodomita pero me he "jartado" de reír. Ha sido un honor participar contigo y con Jesús en este reto que tenía en mente desde hace mucho mucho tiempo.